Lula pidió a ‘Mel” que contuviera a sus partidarios y las protestas en Honduras
Manuel Zelaya Rosales hizo llamados a la violencia desde la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y su canciller Celso Amorim, efectivamente llamaron a José Manuel Zelaya Rosales para que cesara los llamados a la violencia desde su sede diplomática en la colonia Palmira.
Lo anterior lo revela un nuevo documento diplomático de la embajada de Estados Unidos en Brasilia, filtrado por WikiLeaks.
El documento, clasificado como "confidencial" y con referencia 09BRASILIA1184, fue elaborado el 23 de septiembre de 2009, es decir, dos días después del ingreso furtivo de Zelaya.
El ex presidente logró entrar a Honduras con la ayuda del FMLN de El Salvador y del canciller chavista Nicolás Maduro.
En septiembre, la secretaria Hillary Clinton hizo responsables a El Salvador y Brasil por la violencia que se desatara en Honduras producto del ingreso no negociado de Zelaya. Ambos gobiernos afirmaron no haber participado en la operación.
Un cable filtrado de WikiLeaks revela que en efecto, el presidente Mauricio Funes no fue no notificado de las acciones que tomó su propio partido para infiltrar a Honduras a Zelaya.
Incluso, se asegura que Nicolás Maduro, canciller venezolano, estuvo en El Salvador sin que Funes fuera informado.
El informe
Este nuevo informe de la embajada de Estados Unidos en Brasilia da cuenta de los acercamientos con el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Primer Secretario y Jefe de la División México y América Central, Renato de Ávila Viana.
El informe consta los alcances de las conversaciones sostenidas el 22 de septiembre a las 2:00 de la tarde, es decir, un día después del ingreso de Zelaya y cuando la violencia ya había estallado en Honduras producto de los llamados a la violencia realizados desde la embajada brasileña en Tegucigalpa.
Desde la terraza de la embajada, Zelaya arengó a sus seguidores. "Patria, restitución o muerte", vociferó el ex gobernante. A partir de ese momento estallaba la violencia y el vandalismo en el país.
Renato de Ávila Viana reportó que la electricidad y el agua se había cortado en la sede diplomática (posteriormente se restauraron). Además, dijo que había 70 seguidores de Zelaya, por lo que la situación se volvía "desesperante".
Brasil consideraba poco probable que las fuerzas de seguridad hondureñas invadieran la embajada, pero la vulnerabilidad les preocupaba y por eso, esperaban que el gobierno de Estados Unidos les ayudara y se evitara la violencia.
El reporte estadounidense establece que dos días antes resultó imposible con Ávila Viana pero de pronto (el 22 de septiembre) él parecía con ganas de hablar y hasta fue inusualmente franco durante la conversación.
La representación estadounidense asegura que hablaron con el Asesor de la presidencia brasileña en materia de Política Exterior, Marcel Biato, a quien le ofrecieron la coordinación y asistencia que necesitaran para hacer frente a la situación en Tegucigalpa.
Biato dio gracias a Estados Unidos por la disposición de ayudar y se les notificó que el gobierno de Brasil estaba en contacto con funcionarios en Washington y Nueva York.
Para ese tiempo, Lula da Silva, Celso Amorim y el asesor presidencial Marco Aurelio García estaban en Nueva York, participando en la asamblea general de la ONU.
Situación grave
El informe de Viana a Estados Unidos es que la embajada solo tenía electricidad por un generador de diésel que estaba a punto de quedarse sin combustible.
Además, reveló que las 5:00 de la mañana (del 22 de septiembre) la policía hondureña y militares habían desalojado a los manifestantes de la calle frente a la embajada brasileña.
Viana dijo que los manifestantes mantienen la calma.
Del personal de la embajada, Viana dijo que ocho brasileños se fueron a sus casas y tres permanecieron en la sede.
Aunque era poco probable pero no imposible que las fuerzas de seguridad invadieran la embajada, Viana informó que el objetivo era "asfixiar" a la embajada, lo que volvió grave la situación.
Hablan a Zelaya
Ante los llamados a violencia efectuados desde la embajada brasileña y la violencia desatada en el país, el punto 5 del informe establece que el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Gobierno de Brasil se mantuvieron en contacto constante con la Misión brasileña en Honduras y con Zelaya a través de teléfonos celulares.
Viana informó que la embajada de Brasil estaba en contacto permanente con su similar de Estados Unidos.
Viana reveló ese 22 de septiembre que tanto el presidente brasileño Lula da Silva como Celso Amorim llamaron a Manuel Zelaya por la mañana y le pidieron que contuviera a sus partidarios y sus protestas para evitar la confrontación con la policía y ejército hondureño.
En ese escenario, Viana afirma que la embajada de Brasil en Tegucigalpa pidió a la embajada de Estados Unidos en Honduras ayuda para mantener la seguridad en la sede diplomática de Palmira.
También pidió ayuda para obtener diésel, alimentos y agua. A los brasileños les preocupaba no poder obtener estos productos por el control policial y militar en las calles.
Viana también reflexionó que la embajada de Brasil no tiene seguridad como su similar de Estados Unidos, que tiene la Infantería de Marina.
El informe de los funcionarios estadounidenses en Brasilia llega a la conclusión que los brasileños fueron tomados por sorpresa con el ingreso de Zelaya y que no estaban preparados para afrontar las consecuencias.
Se llega a esa conclusión por la falta de alimentos, combustible, por la apertura y disponibilidad de los funcionarios de la cancillería brasileña, la preocupación de que la situación empeorara y la tradicional reticencia de Brasil de tomar posiciones controversiales en la región.
Aseguran que era claro el miedo de que la situación se tornara desesperada rápidamente y vieron a Estados Unidos como la clave para superar los problemas que enfrentaban.
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